Por: Juliana Alba S.
Desde el año 2024, Bolivia ha experimentado una devaluación marcada y sostenida, en la que la moneda boliviana ha registrado una caída cercana al 155% respecto al dólar estadounidense. Esta situación ha generado una notable incertidumbre e inestabilidad en los precios de los productos, especialmente en aquellos que son importados o fabricados con insumos provenientes del exterior.
Ante este contexto, surge una pregunta clave: ¿Cuándo es el momento adecuado para ajustar los precios de venta al público en un escenario de devaluación constante? Aquí es donde entra en juego un concepto fundamental que pasamos a explicar a continuación.
Los ajustes del precio no siempre tienen que ver con la ganancia de la empresa, sino con un concepto poco visible pero fundamental para entender cómo se forman los precios: el precio de reposición.
Los precios de reposición son los precios actuales que una empresa debe pagar para volver a comprar (o reponer) un producto que ya tenía en stock. Es decir: aunque una empresa haya comprado ese producto hace meses a un precio más bajo, para tenerlo nuevamente disponible necesita pagar el precio actual, que muchas veces es más alto.
Este principio es especialmente importante para las empresas que importan, ya que están directamente expuestas al valor del dólar y a los cambios en los costos logísticos internacionales.

Imaginemos que una empresa tiene en su depósito 100 unidades de un producto que compró en enero a $1,000 cada una. En ese momento, el dólar estaba a Bs 11.28 . En junio, el dólar sube a Bs 16.35. Aunque el producto sea el mismo, hoy comprar esas mismas unidades para reponer el stock ya no cuesta $1,000, sino $1449.47 (un 44.9% más caro solo por el cambio en el dólar). Ese nuevo valor es el precio de reposición.
Por eso es importante tener en cuenta el precio de reposición porque ese es el valor que la empresa realmente debe pagar hoy si quiere seguir ofreciendo ese producto. No se trata de cuánto costó en el pasado, sino de cuánto costará volver a tenerlo en el futuro cercano.
Otro ejemplo:
Supongamos que una empresa importa una tonelada de fierro a un precio de 1.000 dólares. En un contexto en el que el tipo de cambio era de Bs 10 por dólar, esa tonelada costaba Bs 10.000.
Ahora bien, si el dólar sube a Bs 15, los mismos Bs 10.000 ya no alcanzan para importar una tonelada completa. En su lugar, solo se podrían importar:
Bs 10.000 / Bs 15 =0,666 toneladas
Es decir, con la misma cantidad de dinero en bolivianos, hoy solo se puede adquirir dos tercios de lo que antes se compraba.

Este efecto tiene implicaciones muy relevantes:
- La empresa disminuye su stock real, aun invirtiendo el mismo monto nominal en bolivianos.
- Al contar con menos producto disponible, se reduce su capacidad de abastecer al mercado de forma estable.
- Y lo más crítico: al contar con menos mercadería por el mismo capital, la empresa pierde solidez operativa y comercial, afectando su credibilidad y poder de negociación en el mercado.
Este ejemplo refleja cómo no ajustar los precios de reposición puede traducirse, silenciosamente, en una pérdida de valor real para la empresa.
Si una empresa vende sus productos al precio histórico, sin considerar el costo actual de reponerlos, se enfrenta a una situación insostenible:
- Vende productos a un precio que ya no puede pagar para volver a traer.
- Se agota el stock y no puede reponerlo.
- Comienzan a desaparecer productos del Stock.
- En el largo plazo, se afecta la disponibilidad, la variedad y la continuidad del servicio.
- El consumidor se ve afectado en el tiempo porque no podrá contar con insumos útiles en su producción.
Conclusión:
Cuando se ve que un producto sube de precio, no siempre se debe a un cambio en el producto o a una decisión arbitraria. En muchos casos, se debe simplemente a que ese es el nuevo costo de reponerlo, y ajustarlo es lo que permite que la empresa mantenga la variedad y disponibilidad de su stock de productos.