El período periparto o período de transición en las vacas lecheras comprende las tres semanas antes y las tres semanas posteriores a la fecha del parto (preparto y posparto). Este período de transición se considera la etapa más importante del ciclo productivo de las vacas lecheras, en la cual buscamos vacas saludables y eficientes, con menores tasas de incidencia de enfermedades y, en consecuencia, menores tasas de descarte.
En este período de transición, se producen numerosos cambios en la preparación para el parto y para una nueva lactancia. Las hembras pasan de gestantes no lactantes para no gestantes lactantes, con exigencias nutricionales incrementadas drásticamente debido al crecimiento fetal, desarrollo de la glándula mamaria, producción de calostro e inicio de la producción de leche, con el agravante de la caída en el consumo de materia seca (CMS) en las últimas tres semanas antes del parto (Grummer, 1995; Overton y Wardon, 2004).
Así, la limitación de la ingestión, especialmente de energía con relación a lo requerido, puede ocasionar un balance energético negativo (BEN) y la movilización de tejidos, resultando en enfermedades de orden metabólico, tales como: cetosis y predisposición a la incidencia de enfermedades inflamatorias, además de provocar daños económicos para las haciendas, debido al gasto con intervenciones, tratamientos e influencias negativas en el desempeño productivo y reproductivo de estas vacas.
Por lo tanto, los programas nutricionales son cruciales para el éxito de este período de transición. El ajuste de las dietas, con miras a la adaptación ruminal, con formulaciones adecuadas en el preparto y en el posparto, es fundamental para el buen desempeño de las vacas durante la lactancia. Las estrategias de formulación apuntan a cantidades adecuadas de carbohidratos, proteínas, lípidos, minerales y vitaminas, así como aditivos relevantes que tienen como objetivos potencializar la adaptación del microbiota del rumen, que será responsable por la fermentación de los alimentos y por la producción de los principales ácidos grasos volátiles, principal fuente de energía utilizada por los rumiantes.
Combinada con la adaptación ruminal, la práctica de usar dietas con cargas negativas (dietas aniónicas) ya está bien consolidada en la literatura y se usa ampliamente en haciendas comerciales, con un enfoque en minimizar los casos de hipocalcemia clínica y subclínica y la cascada de eventos negativos que puede ocurrir como resultado del parto. De acuerdo con el trabajo del grupo del Dr. Leblanc, publicado en 2006, el 75% de estos trastornos, tales como: retención de placenta, metritis, cetosis, desplazamiento de abomaso y acidosis ruminal, que pueden causar descartes, ocurren dentro de los primeros treinta días en relación con la fecha de parto.
Por lo tanto, es durante este período – previo al parto – que se deben adoptar estrategias para minimizar los posibles eventos negativos derivados de los cambios gestacionales e, igualmente, lograr resultados positivos en el período posparto. Por lo tanto, combinada con un manejo adecuado, agrupado del rebaño y comodidad del animal, una nutrición balanceada se presenta como una práctica más conveniente y efectiva para ser usada, ya que sus componentes ayudan a reducir los índices de enfermedades y de descartes, optimizando el desempeño de las vacas lecheras y proporciona más rentabilidad de las haciendas.
Por: Carlos Vinicius Bratz Lourenço – Consultor de servicios técnicos de bovinos lecheros en Agroceres Multimix